La teoría de Hobbes (1630) llevada a la realidad de la Argentina de nuestros dias nos dice: que existe, por un lado, el lobo que deviene a ciudadano y, por el otro, el político que deviene en lobo.
El politico-lobo habita las comunidades de los ciudadanos; éste se presenta como el antítesis del orden social y, a su vez, como el elemento ‘necesario’, para justificar el orden social.
Para Hobbes el principal problema, de una civilización, es el orden político: ‘como los seres humanos pueden vivir juntos en paz y evitar el temor a un conflicto civil’.
Se plantea la alternativa de dar nuestra obediencia diaria al poder de un político argento o grupo de políticos irresponsables de lo contrario lo que nos espera es un ‘estado de naturaleza’ que se asemeja mucho a la guerra civil. Una situación de inseguridad universal, donde todos tienen motivos para temer a la muerte y donde la recompensa de la cooperación humana es casi imposible.
En un mundo donde la desigualdad social y política está muy cuestionada, pocos aceptan automáticamente la injerencia del político. Y menos de la ética aportada por la religiosidad de otros tiempos.
En términos de derechos e igualdad podemos plantear que vivimos en un mundo donde todos los seres humanos se supone tienen derechos, es decir, las reivindicaciones morales que protegen sus intereses básicos.
Pero, ¿que o quien, determina cuales son esos derechos?, y ¿quien los hará cumplir?. En otras palabras, ¿quien ejercerá los poderes políticos más importantes cuando la suposición básica es que todos compartimos los mismos derechos?. Por ej.: ‘Tengo derecho a transitar libremente por las calles y al mismo tiempo otro tiene derecho a invadir las calles para reclamar sus derechos’. De ecología una mier…, ya que hay una congestion de autos con los motores encendidos durante horas, que contamina el ambiente y hace un gasto de energía innecesarios.
Los politicos contentos pues con las marchas sectoriales, mientras no sean multitudinarias y multisectoriales, no ‘pasa nada’ con su seguridad en el poder. Que hagan las que quieran y que de la ecología se ocupen los que no votan, por ejemplo.
En opinión de Hobbes, lo que debemos hacer depende en gran medida de la situación en la que nos encontramos. Donde falta la autoridad política, nuestro derecho fundamental parece ser salvar nuestro pellejo, por cualquier medio que creamos oportuno. Y donde existe la autoridad política, nuestro deber parece ser bastante sencillo: obedecer a los que están en el poder aunque la elección haya sido hacia un grupo de estúpidos que no saben que hacer con el.
El hombre siempre necesitó refejarse en el animal para hallar aquello que le es propio. En la antigüedad se “humanizaba lo animal”, el hombre buscaba reconocer en el animal rasgos humanos; mientras que la modernidad “animaliza lo humano”, separa lo animal que habría en el hombre y lo excluye de sí.
Más allá de sus diferencias, este mecanismo denominado por Agamben “máquina antropológica” produce una cesura en el interior del humano mediante la exclusión de la animalidad que lo convierte en ciudadano. Si bien en los últimos años ha cobrado una especial relevancia esta problemática demarcación, es necesario un análisis del humano desde un enfoque de la monstruosidad. Esto es porque “los monstruos-politicos nos posibilitan comprender la precariedad de la identidad humana, la idea que la identidad humana puede ser perdida o invadida por inservibles y que podemos ser, o podemos llegar a ser, algo distinto de lo que somos: ciudadanos esclavos de un grupo político, por ej.
Los monstruos-políticos tienen algo que mostrarnos sobre nuestro mundo y nosotros mismos. La monstruosidad política debe entenderse en términos jurídico-políticos. El monstruo-político es lo que combina lo imposible y lo prohibido, es decir, excepción y violación. La monstruosidad política es siempre una violación a la ley y una excepción, excepción de la naturaleza o excepción de la ley social, de allí que con su aparición pone en cuestión a la ley. El monstruo-político se encuentra, usando una expresión de Derrida, “fuera-de-la-ley”, condición en la que la ley todavía no aparece o como violación de la misma. La particularidad de la política moderna consiste en que la vida natural se integra a la vida política, en otras palabras, que la vida del hombre como individuo biológico se inserta en la del hombre como sujeto político. Así, desde el momento en que la vida y la política se entrelazan, la política –que definía lo propiamente humano- se convierte en mera administración de la vida biológica, teniéndo en cuenta a la ecología cuando les conviene.
El humano siempre puede devenir lobo, hombre-lobo, de allí el temor social que causa ya que siempre puede amenazar el orden social. De acuerdo con ello, es posible asociar al hombre-lobo con el enemigo interno. El enemigo interno, el enemigo público (político), es el que se encuentra en el interior de la sociedad, es el humano-lobo que habita la ciudad.
Este devenir lobo del humano es central en el pensamiento político contemporáneo. El hombre-lobo se presenta como la antítesis del orden social, como el peligro siempre amenazante de romper con éste, y, a su vez, como el elemento necesario para justificar dicho orden. En este sentido señala Cavalletti que: “la habilidad de gobierno se refleja a través de esta peculiar capacidad de definir siempre una posible amenaza y aislarla; el gobierno debe distinguir y exponer una potencial no-sociedad, un enemigo de la sociedad feliz, un riesgo que es propiamente un riesgo de disolución de la sociedad”.
La peligrosidad del monstruo, del hombre-lobo, radica en la incertidumbre del riesgo social que conlleva si se lo libera del control diario. La consideración del peligro latente que presentan los políticos-lobos legitima y posibilita la aplicación de estrategias de prevención de riesgos y de aumento del control social. En consecuencia, podemos decir que se trata de “defender la sociedad” del hombre-lobo con un voto a conciencia.
Hobbes, padre fundador de la filosofía política moderna, da los términos del debate de los fundamentos de la vida política actual. Ve a los politicos-lobo como puramente egoistas y si es así, se pregunta: ¿porque no puede cambiarse esta situación?.
Cr. Alberto R. Fertonani – Resolviendo la Mentira Social, Ed. Buyatti, Bs.As., 2022. -107