En un contexto de creciente demanda, Argentina se ha destacado por ser el país con el mayor incremento en la venta de cosméticos en toda América Latina. Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), durante el primer semestre de 2024, la industria cosmética exportó u$s253 millones, un aumento del 43,2% respecto al mismo período del año anterior. Este crecimiento coloca a Argentina como uno de los mayores mercados de cosméticos de la región, con una facturación anual que alcanzó los u$s5.593 millones en 2024 y se espera que siga aumentando a una tasa superior al 3% anual hasta 2029.
Thank you for reading this post, don't forget to subscribe!El informe «Cosmética, higiene y limpieza» del Ministerio de Economía refleja que, en 2022, Argentina fue el país con el mayor aumento en ventas de cosméticos en América Latina, alcanzando un 55% en comparación con el año anterior. Este auge en el consumo, que incluye productos de belleza y cuidado personal, ha sido impulsado por una cultura de la imagen y la búsqueda constante de cumplir con ciertos estándares estéticos. Según expertos, esto ha desencadenado un fenómeno conocido como cosmeticorexia, una obsesión por la perfección estética que comienza a tomar dimensiones alarmantes en la sociedad argentina.
La cosmeticorexia: un fenómeno en auge entre los jóvenes
La cosmeticorexia se refiere a la adicción a los productos cosméticos y a los tratamientos estéticos, impulsada en gran medida por las redes sociales. Según Paula Esteley, médica dermatóloga, este fenómeno está estrechamente relacionado con la presión por cumplir con los estándares estéticos promovidos por plataformas como Instagram y TikTok, donde las imágenes retocadas y perfectas dominan el contenido. «Los adolescentes son los más vulnerables a estas imágenes poco realistas», señala la experta, quien también advierte que el uso excesivo de cosméticos puede alterar la barrera cutánea y hacer que la piel se vuelva más vulnerable.
Por su parte, Ximena Díaz Alarcón, CEO de Youniversal, una consultora especializada en tendencias de consumo, sostiene que este aumento en el consumo de cosméticos refleja un deseo por alcanzar estándares estéticos cada vez más elevados, principalmente entre las personas de entre 20 y 35 años. Además, destaca que el 35% de las niñas entre 9 y 12 años ya usa productos cosméticos, lo que refleja la creciente presión por la belleza en edades tempranas.
El rol de las marcas frente al consumo responsable
En este contexto, las marcas de cosméticos también juegan un papel importante en la construcción de una narrativa más responsable sobre la belleza. Desde Natura, una de las principales empresas del sector en Argentina, sostienen que tienen una «gran responsabilidad» en ayudar a desarmar los patrones estéticos impuestos por la sociedad. Lucila Barttolozi, gerente de marketing de Natura Argentina, explica que la marca busca ofrecer productos que promuevan una «belleza libre de estereotipos y patrones», destacando la importancia de la inclusión y la diversidad en las campañas publicitarias.
Por su parte, influenciadores y cosmetólogos como Daniela López, conocida como Dadatina, abogan por un consumo más consciente. «La cosmeticorexia en gran parte sucede porque tenemos mucha información a nuestro alcance y muchas personas que admiramos mostrando rutinas de belleza que generan deseos de copiar», señala. En este sentido, propone que las marcas y los consumidores trabajen en conjunto para elegir productos que prioricen la salud de la piel y el bienestar por encima de la estética impuesta.
Un mercado en expansión pero con desafíos sociales
Aunque la industria cosmética en Argentina sigue mostrando una tendencia de crecimiento, especialmente en exportaciones, este auge va acompañado de una preocupación por los efectos de la obsesión por la belleza. La creciente demanda de productos cosméticos está relacionada con una cultura cada vez más enfocada en la apariencia, especialmente entre los jóvenes, quienes se ven influenciados por las redes sociales y las imágenes de perfección visual.
Así, mientras el mercado de la cosmética sigue en expansión, se plantea un desafío para las marcas y la sociedad en general: encontrar un equilibrio entre el consumo responsable y la presión por alcanzar estándares estéticos a menudo inalcanzables. Las marcas deberán asumir una mayor responsabilidad en sus campañas, promoviendo una visión de la belleza más inclusiva y saludable, mientras que los consumidores deben aprender a priorizar su bienestar sobre las modas y tendencias impuestas por los medios digitales.
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