En el programa «Es por ahí» Noemí defendió a capa y espada los gestos clásicos de caballerosidad mientras Coto y Julieta discutían si, en la primera cita, la cuenta debe dividirse.
La tarde del sábado se transformó en salón de discusión: tres voces, tres enfoques y un puñado de opiniones que dejaron el micrófono abierto para la audiencia. Noemí tomó el centro de la escena con una reivindicación nostálgica: “A mí me gusta el hombre caballero, el que te invita a un lugar, el que te sirve, te corre la silla… Yo todavía le doy el lado de la pared a la mujer. Eso me lo enseñaron mi papá y mis abuelos”. Para ella, esos gestos —abrir la puerta, recibir el abrigo, arrimar la silla— no son anacronismos, sino formas de cuidado y respeto que están en riesgo de perderse.
Coto y Julieta no se quedaron atrás: el tema de la cuenta en la cita encendió la chispa. “Me choca cuando leo que en la primer cita el hombre te pide el 50%”, dijo uno de los conductores, en clara postura a favor de la invitación tradicional. “Si yo no tengo plata, no te invito a salir”, remató, mientras que otro apuntó que está bien que la mujer colabore, pero que eso debería nacer del deseo de la persona y no convertirse en una regla fija. Entre ironías —“Te doy todo: sushi, champán, tiramisú para arriba”— y opiniones firmes, el programa mezcló romanticismo con reclamos económicos.
El intercambio dejó varias preguntas en el aire: ¿es la caballerosidad un gesto de protección o una carga de roles antiguos? ¿Compartir la cuenta es una forma de igualdad o una manera de evitar compromisos? ¿Depende todo del contexto, la intención y la comunicación entre las personas que salen? Lo cierto es que lo que para algunos es un gesto de respeto para otros puede leerse como un símbolo de desigualdad.
El debate en “Es por ahí” no buscó sentencias; más bien abrió una mesa donde conviven memoria, costumbre y nuevas normas sociales. Mientras Noemí pidió reivindicar los pequeños actos de cortesía, el resto del estudio ofreció matices y objeciones: la caballerosidad en 2025 parece estar en proceso de redefinición, entre el “me gusta que me abran la puerta” y el “prefiero dividir los gastos”.
Y vos, ¿qué pensás? ¿Es la caballerosidad una tradición que vale la pena preservar o un rol que conviene replantear en clave de igualdad? ¿La primera cita es momento para invitar o para compartir? Dejá tu opinión: el debate sigue abierto.
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