Medio millón de cerezos tiñen de magia la provincia de Guizhou cada primavera.
Cada año, durante la primavera, el distrito de Pingba, en la provincia china de Guizhou, se transforma en un espectáculo natural único. Allí florece uno de los jardines de sakuras más grandes del mundo, con más de 500.000 árboles de cerezo plantados en una extensión de 1.600 hectáreas.
Este mar rosado atrae a turistas, fotógrafos y amantes de la naturaleza de todo el mundo. La floración suele alcanzar su punto máximo entre marzo y abril, cuando la región se cubre con una bruma de pétalos que parecen suspendidos en el aire.
El parque de sakuras de Pingba no solo es un símbolo de belleza efímera, como dicta la tradición japonesa, sino también un ejemplo de planificación ambiental a gran escala. Aunque el cerezo es originario de Asia Oriental, este esfuerzo monumental convirtió a una región china montañosa en uno de los destinos florales más espectaculares del planeta.
El fenómeno no tiene nada que envidiarle a los festivales tradicionales de Japón o Corea, y consolida a China como un nuevo epicentro del turismo botánico mundial.
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