El problema de los Puts – Columna Marcos Lardone

*Marcos Lardone

Cuando un gobierno gasta más de lo que recauda, necesita cubrir esa diferencia (que se llama “déficit fiscal”) con algo. Puede aumentar los impuestos, lo que lleva a un freno en la actividad económica, o puede imprimir más dinero, lo que genera inflación (como hemos visto en notas anteriores), o puede pedir prestado ese dinero, normalmente a los bancos, que son los principales receptores de los ahorros de la gente.

Una de las formas en que los gobiernos piden prestado es “emitiendo bonos”. Los bonos son instrumentos financieros (papeles) que prometen pagar al tenedor una cierta cantidad de dinero en una fecha determinada, por ejemplo, $100 en el año 2030. Y, por supuesto, hay un mercado para eso también. Esos bonos se compran y se venden, y por lo tanto, tienen un precio.

Como un pájaro en mano vale más que cien volando, el precio de un papel que promete pagar $100 dentro de 6 años no es $100. Es bastante menos: por un lado, por el valor del dinero en el tiempo (que se llama “tasa de interés”); y, por otro lado, por el riesgo de esperar hasta el año 2030 y que finalmente no le paguen. Ese riesgo es lo que se llama “riesgo país”. Entonces, el precio de esos bonos va cambiando todo el tiempo, dependiendo de mil cosas que afectan la oferta y la demanda, como sucede con todos los bienes de la economía.

En julio de 2022, los bancos ya no le querían prestar más dinero de la gente al gobierno porque no había ninguna señal de que el déficit fiscal fuera a bajar y, por eso, el riesgo de seguir prestándole al gobierno era cada vez más alto. Entonces, para alentarlos un poco, desde el Banco Central emitieron una resolución: los bancos podrían comprar, además de un bono, una Opción de Venta (llamada Put) de ese mismo bono, para que si el valor de mercado de ese bono caía (por ejemplo, a $80), el tenedor del bono pudiera en cualquier momento (“Put Americano”) volver a vendérselo al Banco Central al valor que figura en el papel del bono ($100).

Obviamente, esta herramienta hacía mucho más atractivo seguir prestándole plata al gobierno, pero además tenía otra ventaja para el Banco Central: le permite “maquillar” sus números, para que parezca que debía muchísima menos plata de la que realmente deben. En nuestro ejemplo, si el valor del bono baja a $80, en la hoja de balance se asienta una “deuda contingente” de $20 (que es la diferencia entre el valor de mercado del bono y lo que figura en el papel) cuando la verdad verdadera es que deben $100, y que se los pueden reclamar en cualquier momento.

¿Es esto un problemón? – A fines de junio de 2024, parecerían ser el principal problema monetario de Argentina, habiéndose encaminado los problemas del equilibrio fiscal, de los acuerdos con los organismos de crédito y las deudas con importadores, entre otros, así que… Veremos…


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