Desplome del consumo de combustible en Argentina: ¿una tendencia a largo plazo?

El consumo de combustible en Argentina ha registrado una caída sostenida en los últimos meses, alcanzando en abril de 2024 su mayor baja en más de tres años. Esta tendencia, que impacta tanto en el sector privado como en el público, enciende las alarmas y genera interrogantes sobre su posible carácter duradero.

Un combo de factores

Diversos factores confluyen en esta coyuntura. El principal responsable es el fuerte aumento de los precios de los combustibles, que ha erosionado el poder adquisitivo de los consumidores. La inflación galopante también juega un papel importante, impulsando a las personas a priorizar otros gastos esenciales por sobre el combustible.

A estos factores se suma la desaceleración de la actividad económica, que ha mermado el uso de vehículos tanto para el transporte personal como para la actividad comercial. En busca de alternativas más económicas, muchos han optado por recurrir al transporte público, la bicicleta o el auto compartido.

Datos que confirman la tendencia

Las cifras oficiales respaldan la caída del consumo. La Secretaría de Energía de la Nación informa que en enero de 2024 se despacharon en el país un 23% menos de nafta premium y un 8% menos de gasoil premium en comparación con el mismo mes del año anterior.

En el primer cuatrimestre de 2024, la venta total de combustibles acumuló una contracción del 7,9% en naftas y del 10,3% en gasoil, respecto al mismo período de 2023. El sector público ha sido el más afectado, con una caída del 13,7% en su consumo, mientras que la demanda de gasoil ha disminuido un 10,3% en el primer cuatrimestre del año.

¿Una tendencia duradera?

Es prematuro determinar si la actual caída del consumo de combustible se convertirá en una tendencia a largo plazo. Sin embargo, los factores que la impulsan, como el persistente aumento de precios y la desaceleración económica, sugieren que la tendencia podría continuar en el corto plazo.

Un llamado a la reflexión

Esta situación despierta interrogantes sobre la sostenibilidad del modelo actual de transporte en Argentina. La dependencia del vehículo particular, sumada a la volatilidad de los precios de los combustibles, genera un escenario complejo que exige repensar las estrategias de movilidad.

Es necesario explorar alternativas más sostenibles y accesibles, como el transporte público eficiente, la promoción de la bicicleta y el desarrollo de infraestructura para vehículos eléctricos. La búsqueda de soluciones conjuntas entre el sector público, privado y la sociedad civil resulta crucial para afrontar este desafío y garantizar un acceso equitativo y sostenible a la movilidad para todos los argentinos.


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