Este martes, la Comisión de Legislación del Trabajo del Congreso de la Nación discutió el proyecto de Democratización Sindical, que buscaba modificar diversas normas del sistema sindical argentino. Sin embargo, el proyecto no logró avanzar al no alcanzar el número de firmas necesarias para ser debatido y votado en el recinto. De las 16 firmas necesarias, solo obtuvo 15 apoyos, faltando una para poder continuar su tratamiento. El rechazo del diputado Miguel Ángel Pichetto fue clave para el fracaso del proyecto, ya que su firma era crucial para alcanzar el quórum.
Pichetto, jefe de Encuentro Federal, expresó que el proyecto del Gobierno «no alcanzaba con un debate meramente parlamentario» y advirtió que la democratización sindical no podía realizarse sin el consenso de los actores del mundo laboral. Según el exsenador, para llevar adelante una reforma de este tipo se requería «poder político» y una convocatoria más amplia para involucrar a los sindicatos.
La influencia del gobernador Llaryora
El proyecto también se vio afectado por una modificación en la composición de la comisión, que fue vista como un movimiento estratégico para bloquear la reforma. El diputado Rodrigo de Loredo, de la UCR, señaló directamente al gobernador de Córdoba, Martín Llaryora, quien retiró a Alejandra Torres de la comisión y la reemplazó por otro diputado que votó en contra del proyecto. De Loredo denunció que este cambio fue decisivo para el fracaso de la reforma y acusó a Llaryora de favorecer a los gremios y al «partido corporativo», alineado con el Partido Justicialista y el kirchnerismo.
Los motivos del rechazo
Por su parte, Unión por la Patria, el bloque oficialista, también se mostró en contra del proyecto. Según el diputado oficialista consultado por MDZ, ni él ni su bloque firmaron el dictamen porque consideran que el proyecto «debilita al movimiento sindical». Además, destacó que tanto la izquierda como el bloque de Pichetto compartieron esta postura.
El proyecto de Democratización Sindical incluía una serie de reformas, como la limitación de los mandatos de los dirigentes sindicales (proponiendo restricciones a las reelecciones indefinidas), la eliminación de la cuota solidaria que financia a los gremios, y la obligación de los sindicatos de presentar declaraciones juradas. Además, contemplaba la participación de minorías en la toma de decisiones y proponía medidas para fomentar la perspectiva de género dentro de los sindicatos.
Reacciones y críticas
A pesar del revés en la Comisión, algunos diputados de la oposición defendieron el proyecto con dureza. La diputada María Eugenia Vidal celebró el fracaso de la iniciativa, considerando que el desenlace mostró el poder de los sindicatos que «agradecen el resultado». Vidal se refirió a los puntos clave del proyecto, como la reelección indefinida, los aportes compulsivos y los patrimonios no declarados de los gremialistas.
El diputado Rodrigo de Loredo fue aún más enfático, defendiendo la reforma como «una de las más necesarias para el país». De Loredo criticó duramente a los sindicalistas, señalando que muchos de ellos gobiernan sus gremios durante décadas, mientras que la informalidad laboral y la pobreza entre los trabajadores continúan siendo problemas graves en Argentina. «Tenemos sindicalistas ricos con trabajadores pobres», sentenció el diputado de la UCR.
El futuro del proyecto
Aunque el proyecto de Democratización Sindical no logró avanzar esta vez, los legisladores de PRO, UCR y La Libertad Avanza dejaron en claro que continuarán luchando por su implementación. «Vamos a insistir hasta aprobarlo y sacarles los privilegios a los gremios», concluyó De Loredo.
El futuro de la reforma sindical sigue siendo incierto, y el debate en torno a la relación entre el Estado, los sindicatos y los trabajadores continuará siendo un tema de disputa política en el Congreso. Sin embargo, los avances de la oposición sugieren que la democratización sindical seguirá siendo uno de los puntos clave en la agenda legislativa.
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