El catedrático Manuel García-Mansilla presentó su «renuncia indeclinable» a la Corte Suprema luego de que el Senado rechazara su pliego por 51 votos negativos.
El catedrático Manuel García-Mansilla presentó este lunes su «renuncia indeclinable» al cargo de juez de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, tras el rechazo de su pliego por parte del Senado, que lo votó con 51 votos negativos y 20 positivos el pasado jueves. En una carta dirigida al presidente Javier Milei, García-Mansilla expresó su gratitud por la oportunidad, pero destacó que su permanencia en el cargo no contribuiría a la integración de la Corte, sino que más bien sería un obstáculo que distraería la atención de la urgente solución que requiere el tribunal.
Aunque la Constitución y la doctrina le permitían permanecer en el cargo hasta el 30 de noviembre o hasta la designación de un reemplazo, García-Mansilla manifestó que no veía su permanencia como un aporte para que los responsables de integrar debidamente la Corte tomaran conciencia de la gravedad del problema. A su vez, señaló que su renuncia podría servir como una advertencia para agilizar la integración del Poder Judicial, instando a dejar de lado «las mezquindades que parecen haberse impuesto hace mucho tiempo».
El abogado subrayó la necesidad de un Poder Judicial fuerte e independiente, que no esté condicionado por intereses políticos o personales, y que ponga al país por encima de todo. En sus palabras: «Los poderes políticos tienen una responsabilidad institucional ineludible. La República Argentina necesita un Poder Judicial fuerte e independiente y no uno que sea funcional a sus intereses coyunturales».
El dilema de García-Mansilla había generado un debate político y jurídico. A pesar de las dudas iniciales, aceptó ser designado por decreto por el Poder Ejecutivo, lo que desató controversias sobre la constitucionalidad de la maniobra. La postura de la Casa Rosada, que sostenía que su nombramiento estaba firme hasta el 30 de noviembre, quedó debilitada cuando el Senado rechazó su pliego. Esto dio lugar a una medida cautelar del juez Alejo Ramos Padilla, que suspendió la firma de fallos por parte de García-Mansilla mientras mantenía su cargo, debido a la controversia sobre su nombramiento.
A pesar de las presiones, el catedrático decidió finalmente dar un paso al costado, buscando preservar el prestigio de su carrera académica. Así concluyó una novela política que duró 39 días, desde su designación por decreto el 26 de febrero.
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