¿La cultura es lo mismo que la industria del entretenimiento?

El título de esta columna surge porque considero que el «Estado» debería fomentar la actividad o industria del entretenimiento, pero teniendo cuidado de no entrometerse en ámbitos y cuestiones más profundas con discursos totalitarios, que discursivamente se autoproclaman como un nuevo orden cultural. Expresiones como “son actos que la sociedad ya no tolera” o “son discursos de odio” se utilizan para descalificar o estigmatizar a quienes han aprendido otra cultura o tienen una forma diferente de ver y actuar. Estas expresiones resultan inoportunas por razones obvias o transitivas, ya que, si son actos que se cometen y que involucran a individuos, se tratan de actos culturales, aunque representen a sectores pequeños. No estamos hablando de actos delictivos o punibles, por más que algunos intenten penalizar o perseguir ciertos actos privados o culturales, utilizando el monopolio del servicio de administración de la justicia, que es fácilmente ideologizable o ingenuamente permeable.

Pareciera que ser parte de “algo cultural” otorga inmunidad e impunidad para opinar sobre todo. Basta con ver hoy en día las cadenas de noticias, que se han convertido en propagadoras de “hechos culturales (ideológicos)” y han perdido el eje o “sentido común”, que, por cierto, es algo que la cultura otorga. Puedes observar un mismo hecho con interpretaciones antagónicas, donde algunos se autoproclaman soldados de batallas culturales.

Vemos cómo, en nombre de estas batallas, grupos, organizaciones, movimientos y partidos políticos se han apropiado de palabras que, dependiendo de quién las diga, parecieran tener más legitimidad. Palabras como «derechos», «libertad», «inclusión», «represión» o «apocalipsis» se usan de manera distorsionada, alejándose de su significado original según cualquier diccionario y de su aplicación o concepto real.

Un político que se atribuye el poder de administrar la cultura es tan peligroso socialmente como un juez que administra la justicia desde su perspectiva personal, ignorando las leyes o la constitución, que es la ley primaria.

Entonces, ¿qué relación tiene el título con lo escrito anteriormente? Una cosa es la cultura y otra muy distinta es la industria del entretenimiento; de la misma manera, la justicia no es lo mismo que juzgar desde un preconcepto o una ideología.


La cultura de un pueblo o localidad es el conjunto de costumbres, tradiciones, creencias, valores, lenguas, arte, gastronomía, prácticas religiosas y sociales que caracterizan a un grupo de personas en un lugar específico. La cultura abarca todos los aspectos que definen la identidad de una comunidad y que se transmiten de generación en generación, ya sea de forma consciente o inconsciente.


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