Mientras Milei gana con discurso terrenal, la oposición insiste en vender utopías de 2030 a un pueblo que no llega a fin de mes.
Hay derrotas que duelen y otras que deberían hacer reflexionar. Pero lo de esta elección fue directamente un cachetazo. El oficialismo libertario, con Javier Milei a la cabeza, arrasó en las urnas, y lo hizo enfrentando a una oposición que todavía no entendió que los votos no se ganan hablando del futuro cuando el presente se cae a pedazos.
Los diagnósticos más creativos después de las elecciones: que fue un plebiscito al Gobierno, que los intendentes no jugaron, que el peronismo ya cumplió su ciclo, que el kirchnerismo agotó su discurso… En fin, una ensalada de excusas que revela lo mismo: no tienen idea de por qué la gente dejó de escucharlos.
El ejemplo más claro está en Córdoba. Si uno hace una encuesta rápida, todos coinciden en que el mejor candidato del peronismo era Schiaretti: gestor, medido, con buena imagen. Pero ni eso alcanzó. El domingo, en su propia provincia, el resultado fue lapidario. ¿Por qué? Porque incluso los buenos administradores pueden quedar atrapados en la burbuja de una política que habla de la “Agenda 2030” mientras la gente vive la agenda de hoy: sobrevivir.
Y es ahí donde se terminó de romper el contrato social. Hablan de sostenibilidad ambiental mientras en los barrios hay familias cazando gatos para comer. Debaten inclusión mientras cada vez más cordobeses duermen en las galerías del centro. Hablan de igualdad de género en foros internacionales, pero ni un plan concreto para incluir al que se quedó sin laburo ni techo. Una clase dirigente que, en nombre de causas nobles, se olvidó de las urgencias reales.
La “Agenda 2030” —esa bandera globalista que suena tan moderna y progresista en los seminarios— terminó funcionando como símbolo de desconexión total. Una hoja de ruta pensada para un mundo ideal, mientras el país arde entre inflación, pobreza y desencanto. Y así, el pueblo eligió al que, por más que ajuste, al menos parece entender lo que está pasando abajo.
Porque, a diferencia de los iluminados del futuro, Milei y los suyos —con todos sus excesos, contradicciones y escándalos— supieron leer el momento. Hasta tuvieron la inteligencia táctica de bajar a un candidato sospechado de narcotráfico, algo impensado del otro lado, donde los acusados se refugian en la “militancia” como salvoconducto moral.
El votante argentino, ese al que los analistas ya no logran decodificar, dio una lección simple: no quiere que le hablen de 2030, quiere que le resuelvan 2025. No busca discursos inclusivos, sino políticas que incluyan de verdad. No quiere más promesas sobre el futuro sostenible, sino un presente vivible.
Y mientras tanto, los de siempre, los que se indignan por los “modales” del presidente, siguen sin notar que el pueblo ya les dio su mensaje democrático hace tiempo: se vayan todos.
Tal vez esa sea la verdadera lectura que nadie quiere hacer. La política perdió no solo por sus errores, sino porque se enamoró de su propia ideología. Mientras el ciudadano buscaba respuestas, ellos seguían buscando financiamiento para el próximo foro sobre “desarrollo sostenible”.
Así, el resultado electoral no solo marca el triunfo de Milei. Marca la derrota definitiva de la política desconectada, la que se olvidó que antes de 2030 hay que pasar por 2025, 2026, 2027… y que la gente no vota PowerPoints, vota realidades.
¡No te olvides! Mantente informado sobre todas las novedades. Únete al canal de WhatsApp de NEXUS Contenido aquí: Suscribirse.
Las necesidades, los deseos, la escasez y el costo de oportunidad.
¿Nos espían en los telos? El lado oscuro de los hoteles alojamiento en Córdoba
Desaparición del niño Lian en Córdoba: el abogado Darío Bagini habló del caso y pidió cambios legislativos
La Noche de los Museos: Córdoba se prepara para una jornada cultural imperdible
Los nuevos hombres y la era de los “princesos”
Récord histórico: las exportaciones argentinas crecieron 12,9% en el tercer trimestre
Gracias por leer esta publicación, ¡no olvides suscribirte a nuestro canal de whatsapp!








