En una inesperada contradicción, el presidente Javier Milei, conocido defensor de los monopolios como motores de la economía, modificó abruptamente su postura sobre el tema en medio de la polémica por la venta de la operación argentina de Telefónica al Grupo Clarín.

Durante su intervención en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) el pasado viernes, Milei dejó en claro su apoyo a los monopolios, mencionando el libro Monopolio y competencia de Murray Rothbard como una obra clave que lo marcó profundamente. “Cuando lo leí llevaba 25 años dando clases de microeconomía y equilibrio general y descubrí que los monopolios no son malos, salvo que sean armados por el Estado”, afirmó el presidente ante un auditorio internacional. Este respaldo a los monopolios va en línea con la teoría de la Escuela Austríaca, a la que Milei se adhiere y que sostiene que los monopolios generados por el mercado libre no deben ser intervenidos, ya que no existen precios de monopolio que puedan contrastarse con precios competitivos.
Sin embargo, tan solo tres días después de estas declaraciones, el gobierno argentino emitió un comunicado en el que denunciaba la venta de Telefónica al Grupo Clarín, argumentando que esta operación podría generar un monopolio en el mercado de telecomunicaciones, concentrando el 70% de la industria. “Se dará intervención al Enacom y a la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia (CNDC) para evaluar si esta operación constituye la formación de un monopolio”, expresó la oficina de la Presidencia, sorprendiendo a propios y extraños debido a que esta postura está en total contradicción con las ideas defendidas por el presidente.
El anuncio de la intervención estatal en un acuerdo entre privados fue recibido con desconcierto por parte de diversos economistas, quienes señalan que esta acción contradice directamente los principios de no intervención estatal que Milei había promovido hasta entonces. De hecho, el propio presidente había criticado en diversas ocasiones la intervención del Estado en mercados competitivos, un principio básico de su visión económica.
Para agregar mayor complejidad a la situación, el gobierno también desplegó una intensa campaña en redes sociales bajo el lema «Clarín Miente» y acusó al conglomerado mediático de crear un monopolio. A través de los trolls dirigidos por Santiago Caputo, se utilizó la comparación con la división de AT&T en Estados Unidos durante la década de 1980 como ejemplo de lo que debería ocurrir con el Grupo Clarín.
El análisis de esta situación ha dado lugar a diversas interpretaciones. Mientras que algunos sectores políticos y económicos apuntan a la contradicción del presidente, otros sugieren que la intervención del gobierno podría estar vinculada a los beneficios que históricamente las empresas argentinas han recibido del Estado, incluido el Grupo Clarín, un actor clave en la operación de compra. Además, se menciona que competidores en la operación, como el empresario Marcelo Figoli, ya habían tenido contactos cercanos con sectores del gobierno.
La incertidumbre persiste sobre la verdadera motivación de esta inesperada postura de Milei, quien parecía haber dado un giro radical en su visión sobre los monopolios. Lo que sí está claro es que este cambio abre un abanico de preguntas sobre la coherencia de la política económica del presidente.
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