A lo largo de la historia, diversos países han enfrentado dificultades relacionadas con sus sistemas cambiarios, desde restricciones para acceder a divisas hasta la aparición de mercados paralelos como el «dólar blue». Estas situaciones suelen generar tensiones económicas, pero también pueden ser el catalizador de grandes transformaciones. Un ejemplo claro de este fenómeno es Uzbekistán, un país de Asia Central que, en 2017, emprendió una serie de reformas económicas que reconfiguraron su sistema cambiario y lo pusieron en el camino de la modernización.
Thank you for reading this post, don't forget to subscribe!La economía de Uzbekistán antes de 2017: un sistema de restricciones
Uzbekistán, que fue parte de la Unión Soviética hasta su independencia en 1991, vivió por más de dos décadas con un sistema económico marcado por fuertes restricciones cambiarias. Durante años, estaba prohibido que los ciudadanos compraran divisas, lo que generó un mercado negro floreciente para aquellos que necesitaban dólares o euros para realizar transacciones. El tipo de cambio oficial de la moneda local, el Som (UZS), era de 4.200 UZS por dólar, mientras que en el mercado paralelo el valor se disparaba hasta 7.700 UZS, casi el doble del precio oficial. Esta brecha reflejaba tanto la desconfianza en el sistema oficial como las dificultades económicas del país.
La decisión clave: eliminar el cepo y enfrentar la brecha cambiaria
El 5 de septiembre de 2017, el Banco Central de Uzbekistán tomó una decisión histórica: devaluó la moneda local y estableció un nuevo tipo de cambio oficial de 8.100 UZS por dólar, superando al valor del mercado negro. Esta medida, acompañada de la eliminación de las restricciones para la compra de divisas, marcó el fin del cepo cambiario. Inicialmente, los ciudadanos solo podían comprar dólares a través de tarjetas bancarias especiales, pero desde octubre de ese mismo año, la compra en efectivo también fue permitida.
Este cambio tuvo un impacto inmediato: con la desaparición del mercado negro, la inflación se disparó rápidamente, alcanzando casi el 20% en los primeros meses de 2018. Como respuesta a esta situación, el gobierno comenzó a emitir billetes de mayor denominación, como los de 50.000 y 100.000 UZS, con el objetivo de reducir el volumen físico de dinero en circulación.
Reformas estructurales y su impacto en la economía
El gobierno de Shavkat Mirziyoev, quien lideraba el país en ese momento, aprovechó la transición hacia una economía más abierta para implementar una serie de reformas estructurales. Estas reformas incluyeron:
- Ajustes en los precios: Los valores de la energía se actualizaron para reflejar su costo real, lo que ayudó a mejorar la eficiencia del mercado energético.
- Reformas en el Banco Central: Se incrementó la independencia del Banco Central de Uzbekistán, lo que permitió una política monetaria más efectiva y coherente.
- Cambios en las empresas estatales: Se eliminaron los privilegios financieros de las empresas estatales, promoviendo la competencia en el sector privado.
Estas medidas formaron parte de un esfuerzo por atraer inversiones extranjeras, reducir la dependencia del gobierno en la economía y abrir el país al comercio global.
Siete años después: los resultados de las reformas
En 2023, Uzbekistán siguió mostrando signos de crecimiento económico. Su Producto Bruto Interno (PBI) creció un 6%, un indicador positivo que refleja la efectividad de las reformas. Sin embargo, la inflación también continuó siendo un desafío, alcanzando el 11,4% en el mismo período.
Pese a estos avances, Uzbekistán aún enfrenta retos en términos de calidad de vida. Con un PBI per cápita de apenas 2.612 dólares, el país ocupa el puesto 142 en el ranking mundial, lo que evidencia que, aunque se han logrado progresos, la mejora de las condiciones de vida para la población sigue siendo un objetivo distante.
El caso de Uzbekistán es un ejemplo de cómo una reforma cambiaria puede ser el primer paso hacia una transformación económica más amplia. A través de la eliminación del cepo cambiario, la devaluación de la moneda y las reformas estructurales, el país dio un salto hacia una economía más abierta y competitiva. Sin embargo, los desafíos siguen siendo grandes, y el país todavía debe trabajar en mejorar las condiciones de vida de su población y reducir la inflación. A pesar de estos obstáculos, Uzbekistán continúa avanzando en su proceso de modernización económica.
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