Infelicidad por mala política – Cr. Alberto Fertonani

Para Aristóteles, el fin último que el hombre persigue es la Eudaimonía, o sea, “la felicidad entendida como plenitud de ser”. A lo largo de su historia, la psicología ha estudiado más la infelicidad que la vida feliz.

Sin embargo, puede decirse que las personas felices tienen mejores apreciaciones de sí mismos, un mejor dominio del entorno y mejores habilidades sociales. Es feliz la persona que está a gusto con la vida que lleva adelante. Según este planteamiento, el individuo utiliza dos componentes en esta evaluación: sus pensamientos y sus afectos.

La Felicidad y el Bienestar ha sido también, durante años, tema de debate filosófico y sociológico. Se sostenía que el sentirse satisfecho con la vida se relacionaba con aspectos como la inteligencia, la apariencia física o las buenas condiciones económicas de las personas. Actualmente se plantea que, además de aquellas variables, el bienestar psicológico está profundamente vinculado a la subjetividad individual: “Yo pienso que soy o no soy felíz”.

Ryff (1989) critica los estudios clásicos sobre satisfacción planteando que, en general, se ha considerado el “Bienestar psicológico” como la ausencia de trastornos psicológicos. Proponiendo una estructura de seis dimensiones del bienestar psicológico: a) autonomía, como la resistencia a la presión social y a la autorregulación del comportamiento; b) propósito en la vida, aludiendo a las metas y objetivos que permiten al individuo otorgarle cierto sentido a su vida; c) autoaceptación, relacionada con una apreciación positiva de sí mismo; d) relaciones positivas con otros, asociada a la necesidad de mantener relaciones sociales estables; e) dominio del entorno, relacionada con la sensación de control sobre el mundo y de influencia sobre el contexto y f) crecimiento personal, o sea el interés por desplegar potencialidades, crecer como persona y llevar al máximo las propias capacidades. En resumen, sentirse un Rey León.

Por su parte, Keyes (1998) define el “Bienestar social” como la valoración que las personas hacen de sus circunstancias y de su funcionamiento dentro de la sociedad, y propone cinco dimensiones: a) integración social, que refiere a la evaluación de la calidad de las relaciones que se mantiene con la sociedad y con la comunidad; b) aceptación social, que indica la confianza y las actitudes positivas hacia los otros así como el reconocimiento tanto de los aspectos positivos como negativos de la vida; c) contribución social, que alude al sentimiento de que se es un miembro vital de la sociedad y sinónimo de provecho, eficacia y que aporta al bien común; d) actualización social, que refleja la confianza en el futuro de la sociedad, en su potencial de crecimiento, de desarrollo y, en su capacidad para producir bienestar; y e) coherencia social, que da cuenta de la percepción de la cualidad, organización y funcionamiento del mundo social, incluyendo la preocupación por enterarse de lo que ocurre en el mundo. En resumen, liderazgo de grupo.

Cabe aquí la primera “reflexión”: Albertaa y Caffierito ¿creen que son felices con sus logros particulares?. Pues claro que si. Acaso el estúpido, ¿no es felíz?, su circunstancia de ‘pelele o forrito político’ lo catapultan a la felicidad. Lograron lo suyo, que importa lo demás. Se creen, sin serlo, un Rey León y ni ‘chupado’, lo leen a Keyes. ¿Que es eso de bienestar social?, es de la época del ministro José Lopez Rega, símbolo de soledad política.

La política es el conjunto de actividades que se asocian con la toma de decisiones en grupo,  la distribución de recursos o el estatus. También es el arte y doctrina  que promueve la participación ciudadana.

Con frecuencia, la política económica se ocupa muy poco en averiguar qué decisiones contribuyen a la felicidad personal de los ciudadanos. Se da por sentado que el bienestar social e individual será una consecuencia de cumplir con la regulación presupuestaria, la moda monetarista o el modelo fiscal de cada época. Más gasto público o menos gasto público.

El empleo, como era de esperar, ejerce una fuerte influencia en la felicidad. Los individuos con empleo son mucho más felices que los desempleados. Pero, dentro de los que tienen trabajo, se sienten notablemente mejor quienes trabajan por cuenta propia que quienes lo hacen por cuenta ajena. Son también más felices los que poseen estudios que quienes no los tienen.

Cuando la inflación sube se acrecientan los sufrimientos, y cuando baja asciende la felicidad. Una inflación reducida permite achicar las tasas de interés y con ello la accesibilidad a bienes tan importantes como la vivienda.

La democracia, ¿mejora la felicidad?. Un informe de The Economist asegura, con cierta ironía, que nunca hasta ahora se ha abordado con rigor esta importante comprobación. Lo que no dice la revista de Jacobo es que son más felices los habitantes que poseen un control más eficaz sobre las decisiones y participan activamente en la marcha de su comunidad, tanto en la vida social como en las vidas privadas. Un individuo vive más feliz y optimista cuanto comprueba que sus acciones influyen sobre la orientación de su vida. Y es, por el contrario, un ser propenso a la depresión y al pesimismo cuando es víctima de la corrupción.

Todos los políticos, con sus chanchadas, sus falsas peleas, sus perversiones, etc., suelen hacer poco para alegrarnos la vida, pero es un error tomarlo como irremediable. Todo puede resolverse.

El principal derecho de los ciudadanos es ser feliz, así lo dice la primera Constitución democrática del mundo -yankilandia-. El primer deber de los representantes democráticos es desvelarse por procurarla para los ciudadanos. Todo lo demás viene por añadidura.

Dentro de las conclusiones se puede adelantar lo siguiente: la Felicidad es un fin humano olvidado, confirmándose que el sufrimiento se ha convertido en una consecuencia de la mala política.

Opuesto al bienestar está la Soledad. Estar solo duele y puede afectar a la salud relacionándosela con el abuso de drogas, alcoholismo, hostilidad hacia los otros, enfermedades psicosomáticas y suicidios. Pero no es mala en si misma. La creatividad y las emociones dependen de la soledad. En occidente el pasar tiempo contigo mismo es considerada una mala actitud.

Por otra parte, las Crisis son necesarias porque brindan la oportunidad de revisar antiguos interrogantes e incluir nuevos problemas planteados desde otras perspectivas soslayadas por la ideología dominante. “Las crisis expresan el agotamiento de determinados modelos de pensar y de vivir la realidad social, aceptando las malas situaciones como algo irremediable, así como la posibilidad de la crítica” (Menéndez, 2002). Excepto en Argentina.

La crisis es un proceso que supone la posibilidad de transformación. Es así que, tanto los problemas como las personas, se redefinen durante las situaciones de crisis. Las relaciones sociales suelen verse afectadas por estas situaciones de desequilibrio. En este sentido, es importante recordar que algunos autores sugieren que los seres humanos tenemos la necesidad básica de pertenencia. Baumeister & Leary, 1995, dicen: “Las relaciones sociales irradian la calidez que permite la autoafirmación, la confianza en sí mismo, y el sentido de pertenencia. Estos son fundamentales para la plenitud emocional y el ajuste del comportamiento. La ausencia de relaciones sociales estables dañan nuestra mente y nuestro cuerpo porque somos sociables por naturaleza”.

Todo esto se vió durante la pandemia del Covid_19. Las fiestas clandestinas, el delivery de drogas, las escapadas sexuales, etc. No hubo forma de orientar a los grupos sociales, en su beneficio, pues se desconoce su cultura, naturaleza y no les dan la educación adecuada. Por algún lado tenia que estallar. Un ejemplo del conocimiento de su gente lo demostró el presidente de Bielorrusia -dictador- cuando dijo: “No cerramos nada, es una gripe común”. La agresividad natural que tiene ese pueblo no soporta el aislamiento. Todo hubiera estallado en una crisis inmanejable para el gobierno. Ni que hablar, si encima les ‘metía’ miedo al virus.

Como puede observarse, el aislamiento social, preventivo y obligatorio ha agudizado la crisis y recrudecido las situaciones de violencia por razones de género, especialmente en aquellas mujeres que son sometidas y que atraviesan vínculos y relaciones violentas.

En Argentina, los que gobiernan, -políticos, sindicalistas y ’empresarios’ corrompidos- ¿Intentaron usar esta enfermedad viral o psicosis colectiva para sus propios fines e intereses?, sin duda que todo fue manipulado y compulsivo, como en una dictadura o plutocracia.

Existe evidencia de que el apoyo social tiene efectos en la salud de las personas, así por ejemplo, Didier (1985) propone que pertenecer a una red social nutrida y preocupada se relaciona con mejores niveles de salud tanto física como mental. La falta de contacto y apoyo social facilita la aparición de una serie de síntomas, siendo los más frecuentes ansiedad y depresión. Brown demostró que el 38% de las mujeres amas de casa con más de tres hijos que no contaban con una ‘oreja’ que escuchaba sus problemas presentaban depresión, en comparación con el 4% de mujeres con similares características que sí tenían un desahogo.

En Argentina, por ignorancia y desorganización -por no decir desidia-, no se ponen en marcha mecanismos de resolución de problemas que se activan ante este tipo de situaciones estresantes, y que se denominan estrategias o mecanismos de afrontamiento. Es una sensación de que los sucesivos gobiernos le tienen asco al pueblo y no les importa su destino. Solo robarles dinero, sus vidas y el futuro de sus hijos.

Cr. Alberto R. Fertonani – Resolviendo Vicios, Ed. Buyatti, BsAs. 2012              96

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