El monstruo de hierro que salvó Francia.

La Torre Eiffel debía ser en principio una estructura provisional, al estilo de otras Exposiciones Universales, y estaba previsto desmontarla al cabo de 20 años. Además, la torre no fue muy apreciada en el momento de su inauguración: muchos la consideraban fea y desproporcionada, y algunos artistas y arquitectos de la época la llamaron “un monstruo de hierro”.

La torre se convirtió en el gran éxito de la Exposición de París, por lo que se decidió conservarla como atractivo turístico; pero una vez terminó el evento, el número de visitantes cayó en picado. Viendo peligrar su criatura, el ingeniero Gustave Eiffel propuso que podía ser de utilidad como antena de telecomunicaciones.

Su idea resultó afortunada, ya que durante la Primera Guerra Mundial, los receptores de radio instalados en la torre interceptaron las comunicaciones alemanas, dando al ejército francés una ventaja decisiva en batallas como la del Marne. Al final, el “monstruo de hierro” había salvado Francia.

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