En un escenario internacional lleno de figuras poderosas, Javier Milei se mostró completamente a gusto, disfrutando de su rol como orador en la CPAC (Comité de Acción Política Conservadora), donde no solo habló de su visión para la Argentina, sino también de su lugar en un nuevo orden mundial. El ritmo del clásico «YMCA» de los Village People fue el fondo musical de su intervención, mientras agita los brazos con entusiasmo, en lo que parecía ser una mezcla de discurso político y celebración personal. Rodeado de influyentes como Elon Musk y Sylvester Stallone, Milei se mostró como un líder convencido de su destino, una suerte de profeta que, según él mismo, está en medio de una distopía «aún evitable».
Un momento de confianza en lo político y lo económico
Milei tiene razones para sentirse envalentonado. En las últimas semanas, ha logrado importantes victorias políticas y económicas. A nivel político, logró resistir la embestida de la oposición sobre sus reformas, especialmente los vetos sobre los proyectos jubilatorios y universitarios. También logró que se apruebe la Boleta Única, resistió la presión de los gremios, y en un frente más internacional, celebró el triunfo de Donald Trump en los Estados Unidos.
En el ámbito económico, los indicadores parecen acompañar el optimismo. La inflación, que había estado estancada en torno al 4%, comenzó a bajar, la brecha cambiaria se redujo considerablemente, el Banco Central logró aumentar sus reservas, y el Riesgo País cayó por debajo de los 800 puntos. El blanqueo de capitales y el superávit fiscal también se consolidaron, mientras que la actividad económica comenzó a mostrar signos de recuperación.
El giro global de Milei: ¿una alianza de naciones libres?
En el plano internacional, Milei no oculta su ambición de posicionar a la Argentina como un actor clave dentro de un frente global. En su discurso en la CPAC, habló de una «alianza de naciones libres» que podría ser liderada por los Estados Unidos, con la Argentina en el sur, Italia en Europa y Israel en Oriente Medio. Esta visión de un nuevo orden mundial, con la Argentina como una pieza central, es la que Milei busca transmitir, mientras se presenta como un líder capaz de desafiar las estructuras tradicionales de poder.
Sin embargo, en la arena internacional, la postura de la Argentina ha sido criticada. En la última sesión de la Asamblea General de la ONU, Argentina fue el único país que votó en contra de resoluciones claves para la defensa de los pueblos originarios y para erradicar la violencia contra las mujeres y las niñas. Esta postura ha generado críticas tanto dentro como fuera del país, con el PRO afirmando que Argentina «está votando contra el resto de la humanidad». Para los libertarios, la ONU es vista como un organismo que no hace más que reproducir «agendas perversas» que no resuelven problemas reales ni respetan la soberanía de los países.
Enfrentando a los gremios y tomando decisiones polémicas
El avance del gobierno de Milei no se limita al ámbito económico. Esta semana, su gobierno tomó la decisión de retirar las pensiones de privilegio a la vicepresidenta Cristina Kirchner, una medida que, aunque aún está en proceso de apelación, ha generado un fuerte apoyo social. Sin embargo, la polémica está servida, ya que la decisión puede ser revertida por la justicia. A pesar de las críticas y los recursos judiciales, para Milei esta es una victoria política: si la medida se mantiene, le otorga un golpe a la «casta política», mientras que si es revertida, refuerza la imagen de una justicia que protege a los poderosos.
Por otro lado, en la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof impulsó un proyecto para restituir beneficios previsionales a los trabajadores del Banco Provincia, una medida que genera tensiones con la narrativa del gobierno nacional que combate los privilegios. Este movimiento pone en evidencia la disputa interna dentro del peronismo y su necesidad de adaptarse a un electorado que, hoy, parece inclinarse hacia la figura de Milei.
Negociaciones y temores de gobernadores: el juego con «el loco»
En lo que respecta a las negociaciones políticas, el gobierno de Milei sigue jugando con una ventaja: su imprevisibilidad. Esta semana se inicia una nueva ronda de negociaciones por el Presupuesto 2025, un tema clave para los gobernadores, que temen que Milei pueda decidir, sin previo aviso, no negociar nada y prorrogar el presupuesto del 2023. Esta incertidumbre ha generado temores entre los principales actores políticos del país, que ven en Milei a un líder dispuesto a romper con las reglas establecidas, dispuesto a jugar sucio si es necesario.
Los opositores, al igual que los sindicatos aeronáuticos, no pueden evitar la sensación de estar negociando con «un loco», una etiqueta que Milei ha sabido manejar con destreza. Su estilo histriónico y su discurso desafiante le han permitido no solo ganar popularidad, sino también ganar espacio en la arena política, a pesar de las dudas sobre su capacidad para gobernar.
El desafío de la «locura» como arma política
Lo que parecía un obstáculo en la campaña, ahora se convierte en su principal ventaja. La «locura» de Milei, su estilo impredecible y su actitud provocadora, se ha convertido en un arma política poderosa. Le permite desafiar tanto a la oposición como a los organismos internacionales, sin preocuparse por las consecuencias inmediatas. En este contexto, lo impredecible parece jugar a su favor, convirtiendo a Milei en una figura difícil de enfrentar en cualquier escenario político o económico.
A medida que avanza su gobierno, parece claro que lo que alguna vez se consideró un riesgo, hoy es parte de su estrategia: transformar lo imprevisible en su mayor fortaleza. Así, mientras las políticas de Milei continúan ganando terreno en la arena nacional e internacional, la pregunta que queda en el aire es si este estilo desafiante y a veces «loco» será suficiente para llevarlo a consolidarse como un líder global, o si, por el contrario, terminará aislando aún más a la Argentina del resto del mundo.
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