Denunciar hechos graves es esencial, pero la frivolización por figuras no idóneas y la indiferencia judicial agravan la vulnerabilidad de los niños.
Thank you for reading this post, don't forget to subscribe!Viviana Canosa ha vuelto a encender el escándalo al aludir públicamente a supuestos casos de abuso infantil entre personalidades mediáticas. Aunque nadie cuestiona la necesidad de exponer la criminalidad, resulta alarmante cuando quienes no tienen formación adecuada asumen una causa tan delicada, convirtiendo el sufrimiento ajeno en puro espectáculo.
En Córdoba, por ejemplo, una jueza reconoció actos de violencia contra una niña; sin embargo, cuando el padre le preguntó qué pensaba hacer al respecto, levantó la audiencia, cerrando la causa de manera abrupta. Este episodio es un ejemplo esclarecedor de cómo actúa la justicia con sesgos y falta de compromiso institucional.
Cuando amplifican la bandera de la “justicia” figuras con intereses mediáticos, se añade un condimento más a las injusticias. Se desvirtúa el enfoque: pasan desapercibidos casos graves, como el de los hermanos Kiczka en Misiones, o el de Loan, un niño de cinco años desaparecido hace casi un año, mientras la cobertura se centra en celebridades.
Hace días, el padre Horacio, de la parroquia San Jerónimo de Alberdi, alertó sobre el narcotráfico que asola los barrios de Alberdi, Maréchal y Villa Páez. Los vecinos conocen quiénes y dónde venden, pero la policía y la justicia permanecen impasibles ante ese otro flagelo.
No basta con levantar la voz: es indispensable que las denuncias sean lideradas por las autoridades competentes y que la prensa deje de buscar ratings a costa de la infancia. Solo así podremos proteger verdaderamente a quienes no pueden defenderse por sí mismos.
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